La simbología de las pirámides
Los egiptólogos sostienen con convicción que las pirámides fueron hechas por manos humanas, a pesar del desafío que representa explicar la construcción de aquel portento con métodos tan arcaicos. Esto no niega que tras ellas haya símbolos a descifrar. Después de todo, el ser humano es una animal simbólico.
Para los teóricos más atrevidos, al menos las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino tendrían una relación con la dimensión cósmica. Esta conclusión está basada en la semejanza entre la alineación de estas tres pirámides y la alineación de las estrellas de Orión. Esto tan solo explicaría alas pirámides de la necrópolis de Guiza, por lo que no ofrece una respuesta convincente sobre las pirámides en su conjunto.
La mayoría de los egiptólogos convienen en señalar tres elementos simbólicos esenciales de las pirámides: el primero de ellos, la llamada piedra de benben o piedra angular; el segundo, el sol; el tercero, el ave Bennu.
La piedra de Benben o piramidión es una una piedra sagrada en forma angular (piramidal, semejante a la punta de una montaña), que se creía tenía el poder de iluminar a quien estuviera bajo su influjo. Fue adorada en el Templo de Ra en la Hielópolis y en otras latitudes del imperio. Como pieza de adoración, la piedra solía estar ricamente tallada y era de color dorado, de manera que reflejase la luz.
Recibe su nombre de la mitología egipcia, según la cual Benben era una montaña primordial que habría nacido del océano de Nun. Benben sería el lugar de origen del dios Atum, y allí este crearía a su consorte. Así, Benben se asocia a la luz del sol naciente, imagen del nacimiento de lo divino.
La simbología no estaría completa sin referir al ave Bennu, equivalente egipcio de la ave Fénix griega, que también se relaciona con el sol y tiene la propiedad de renacer de sus cenizas. Según los relatos egipcios, el ave Bennu solía detenerse en la cúspide del Benben.
Estos tres elementos componen un recorrido simbólico completo: el haz del sol naciente, que se abre en forma piramidal entre las nubes toca la punta angulada de la montaña Benben, donde se posa la eterna ave Bennu. De allí, por lo tanto, podría haber nacido el modelo arquitectónico de las pirámides egipcias.
Es por ello que las pirámides egipcias y también los obeliscos se coronaban con la piedra angular, que también recibe el nombre de piramidión. Habría, pues, que imaginar el espectáculo luminoso de aquellas pirámides, recubiertas en piedra caliza blanca bien pulida, bajo el inclemente sol del mediodía. Aquel deslumbrante espectáculo sería, sin duda, cegador. Las pirámides se erigirían así como auténticas fuentes de luz, cuya imponencia doblegaría a cualquier mortal.
Me gustò mucho esta blog, muy buena info.
ResponderEliminarEs muy interesante ❤
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